CREANDO FUTURO: UN EMPRENDIMIENTO POPULAR
"La Popular", es el nombre de la industrializadora de carnes tradicional de Tío Pujio y no es nueva. Nació allá por 1963 como una carnicería en nuestra localidad, aunque hoy va mucho más allá.
"La Popular", era el emprendimiento de su abuelo, fue de su padre y ahora es suyo. De Ignacio Casinelli hablamos, nuestro protagonista de Creando Futuro esta semana.
"Todo comenzó en un galpón, en el que sólo había mugre y una cámara", recuerda el joven, que junto a su mujer decidieron darle la vuelta a aquella única carnicería, para comenzar a desarrollar su emprendimiento familiar de elaboración propia.
"Tuvimos que arremangarnos y comenzar a trabajar nosotros. Tumbando plantas y agrandando ese galpón, que gracias a dios hoy tenemos que seguir agrandando. Aunque ahora porque no nos imaginábamos llegar a tanto crecimiento", señala con emoción y remarca "uno se lo pone a contar, y ahí se dá cuenta todo lo que hemos ido haciendo".
El flamante desarrollo de "La Popular", tiene alrededor de 15 meses de desarrollo, y desde hace un año están comercializando sus productos propios. Hoy son mayoristas de buena parte de los comercios de nuestra localidad y la región. Entre sus productos, se pueden encontrar: Queso de cerdo, en cuero y en bolsa, morcillas, chorizos, salames, salames en grasa, bondiolas, pancetas, jamones, lomitos y codeguines.
"Hacemos el proceso desde cero. Estamos yo, mi papá -que es el que se encarga de la producción basicamente- y mi mujer, que se ocupa de las redes sociales y la venta", enumera.
"Saber el nuestro producto ya logra salir de los límites de Tío Pujio es una grandisima satisfacción. Hoy sabemos que nuestros salames ya han ido a Corrientes, Santa Fé, provincia de Buenos Aires y Carlos Paz", enumera Casinelli, quien remarca que "no es tanto la primera venta la que sorprende, sino el hecho que nos siguen sosteniendo la demanda".
El joven emprendedor remarca la constancia en la actividad y señala que durante los primeros momentos los llevaron a que las ganancias de la venta de productos cárnicos, casi que no se vieron, ya que todo se reinvierte en mejoras para la planta de producción.
"Es mucho esfuerzo, pero vale la pena", afirma el joven, que eligió la figura de su abuelo como el logotipo de sus productos.
"Hay que animarse y no tener miedo. Se pueden cometer errores, pero de todo esto se aprende. Nosotros comenzamos trabajando con una media res, y hoy tenemos que hacer ampliaciones en la cámara porque no tenemos más espacio, pero en el camino han pasado cosas buenas, malas. Mucho desánimo, pero acá estamos y seguimos creciendo. Hay que animarse".